Evolución y alimentación del perro. ¿Qué debería comer?

¿Conoces los orígenes de tu fiel amigo? Para entender cómo funciona su alimentación en la actualidad debemos revisar toda su evolución. Te acompaño a un viaje a los orígenes del perro.

Evolución y alimentación del perro. ¿Qué debería comer?

A la hora de decidir cómo alimentar un animal, es fundamental revisar todos los datos que tenemos disponibles, siendo la coherencia evolutiva un punto crucial. La genética de los animales es resultado de millones de años de evolución. Están mejor adaptados a aquellos mismos estímulos a los que estuvieron expuestos durante mayor tiempo, y los necesitan para mantener y conseguir salud.

Esto es algo que se tiene claro cuando se trata de cuidar y alimentar a animales como leones, cebras, cocodrilos, etc. Nadie daría lechuga a un león, o carne a una cebra. Sin embargo, cuando se trata de alimentar a perros o gatos, todo esto parece olvidarse. La formación sobre nutrición de perros y gatos que recibimos los veterinarios en la universidad, no solo es muy escasa, sino que además está fuertemente influenciada por la industria de los piensos ultraprocesados.

La comida desnaturalizada que supone este tipo de piensos ya es de por sí problemática para la salud de los perros, pero, además, sus proporciones de macronutrientes (mucho carbohidrato, poca proteína…) y muchos de los ingredientes que se usan (cereales, legumbres…) no tienen plausibilidad biológica ni se se apoyan en ninguna base científica sólida.

Analizar qué comieron los animales durante su evolución y qué comen los que siguen viviendo salvajes en la naturaleza, es esencial.

Los ancestros de los perros.

El perro doméstico (Canis familiaris) no desciende del lobo gris actual (Canis lupus). En realidad son más bien «primos». Tanto el lobo actual como el perro son descendientes de un ancestro común, un tipo de lobo gris que se extinguió en el Pleistoceno Superior (hace 12.000 – 126.000 años) (detalle).

La fecha de aparición del lobo actual parece estar bastante clara. Las 37 especies de lobos actuales divergieron a partir de este lobo gris ancestral hace 76.000 – 135.000 años (estudio).

Orígenes del perro

Hay, sin embargo, más controversia respecto a cuándo apareció el perro, pero estudios genéticos recientes indican que probablemente evolucionaron a partir de este antepasado de lobo gris hace unos 20.000 – 40.000 años. (estudio).

Está aceptado que estos antepasados de los lobos, en algún momento empezaron a seguir a los humanos, alimentándose inicialmente de los restos de caza, desperdicios de comida y heces. Posteriormente, estos lobos menos asustadizos podrían haber sido alimentados y ocasionalmente usados en las cacerías por los humanos. Poco a poco, esta interacción fue favoreciendo un menor tamaño corporal (que facilitaría su manipulación) y una mayor afinidad hacia los humanos.

La domesticación del perro probablemente no fue un evento aislado. La mayoría de autores coinciden en que fue una práctica común entre humanos (estudio).

Los restos más antiguos que indican un ya sólido e indudable emparejamiento entre perros y humanos datan del Paleolítico, hace unos 14.000 años.

En cualquier caso, la exactitud de estas fechas no es tan importante. De lo que hay menos dudas es de que, como se dijo anteriormente, el perro y el lobo actual descienden de un ancestro común, un tipo de lobo gris del Pleistoceno. Y este fue un gran carnívoro durante al menos los últimos 5 millones de años (estudio, estudio, estudio). La materia vegetal apenas está presente en la dieta del lobo gris, a excepción de pequeños trozos, ingeridos sobre todo con fines medicinales, aunque quizás también para nutrirse.

Esta revisión de 26 estudios, que incluyó 31.276 análisis de estómagos y excrementos de lobo, mostró que los lobos ingieren poca o ninguna materia vegetal, y solo en algunos casos puede llegar, como mucho, a un 2-3% del total, procedente de bayas, frutos secos y otras frutas. Se observó que el ratio de proteínas/grasas/carbohidratos, según su aporte enérgetico, fue 54:45:1.

El origen de este 2-3% de materia vegetal es un tema aun debatido. No está claro si se trata de materia vegetal seleccionada voluntariamente por el lobo o si proviene del estómago de las presas pequeñas.

Y es importante aquí desterrar un mito bastante extendido por internet. Al contrario de lo que suele creerse, los lobos habitualmente no engullen el contenido del estómago de las presas (estudio, estudio, estudio, estudio, estudio, estudio); solo lo ingieren cuando la presa es tan pequeña que es inevitable. Normalmente los lobos perforan el sistema digestivo de la presa y su contenido se derrama. Nutricionalmente, les interesa más ingerir el revestimiento del estómago y las paredes intestinales.

lobos comiendo

Prácticamente todos los datos apuntan a que los lobos son carnívoros totales; apenas hay evidencia que sugiera lo contrario. Habría que remontarse 5 millones hacia el pasado, cuando el coyote y el lobo gris divergieron, para encontrar a cánidos con tendencias realmente omnívoras en el árbol genealógico del perro. El perro salvaje africano (Lycaon pictus), también llamado perro pintado o licaón, parece ser bastante omnívoro en ocasiones. Sin embargo, este animal se separó de la línea genealógica del lobo incluso antes que los coyotes, casi hace 6 millones de años, por lo que ni siquiera es categorizado dentro del género Canis, sino en el género Lycaon.

Para que lo veamos más claro: estas especies divergieron cuando nuestros ancestros ni siquiera habían bajado todavía de los árboles. Basarse en la dieta de los licaones para alimentar a los perros sería como basarse en dieta de los chimpancés para alimentar a los humanos.

Algo similar ocurre con el lobo amelenado, que es más bien un zorro, y que siguió su propio camino evolutivo hace 7 – 8 millones de años, junto a los zorros sudaméricanos (estudio).

Desgraciadamente, muchas personas siguen usando a estos animales como argumento en debates relacionados los hábitos del perro.

A un pequeño paso evolutivo del lobo.

Aunque sean especies diferentes, las similitudes entre el perro y el lobo son innegables. Una investigación realizada por el investigador ruso Andrei Poyarkov, del Institute of Ecology and Evolutión, arroja datos muy interesantes. En solo 200 años viviendo salvajes, los perros callejeros de Moscú parecen haber evolucionado (o también podríamos decir que han «revertido» su evolución) a un tipo de cánido que parece estar en algún lugar entre el perro y el lobo: todos se parecen entre sí y han desarrollado pelaje más grueso, ojos almendrados, cabezas en forma de cuña, colas largas y orejas erguidas como los lobos.

Esta rápida reversión nos sugiere que los perros están genéticamente muy cercanos al lobo. Sin embargo, no debemos caer en la tentación de considerarlos idénticos o de hacer comparaciones simplistas. Hace unos 30.000 años que los perros dejaron de ser lobos, y su interacción con los humanos durante todo este tiempo también ha dejado huella en su ADN.

Hay un animal con el que estas comparaciones podrían ser más apropiadas: el dingo.

El dingo, el verdadero hermano del perro

El dingo australiano (Canis lupus dingo) es ese animal rojizo característico del interior de Australia. Probablemente fue anteriormente un perro doméstico que llegó a Australia junto a los humanos.

Al igual que el lobo, hay pocas dudas de que el dingo es un carnívoro (estudio, estudio, estudio, detalle). Hay más controversias sobre su origen. Inicialmente, se pensaba que su color rojizo fue resultado de la adaptación al suelo rico en hierro de Australia. La hipótesis era seductora, pero los últimos estudios arqueológicos y de AND apuntan que es probable que el antepasado del dingo se originase en Asia, posiblemente en China, hace unos 5.000 – 12.000 años (estudio, estudio), y habría llegado a Australia a través del sudeste asiático hace unos 4.000 – 8.000 años. Lo habría hecho en dos oleadas, acompañando a marineros de la isla de Sulawesi y también a través de un puente terrestre actuamente sumergido que uniría Papúa Guínea y Australia en ese momento (estudio, estudio). Durante estos últimos 4.000 años evolucionando en Australia, habría desarrollado algunas características que lo diferenciarían del perro doméstico, destacando su gran dentadura y las muñecas rotativas que le facilitan trepar a los árboles.

El dingo

Los dingos suelen desconfiar de los humanos y mantenerse distantes. Parece que apenas se utilizaron en las cacerías (estudio) y salvo amistades ocasionales, nunca han sido domesticados por los aborígenes australianos. Son difíciles de entrenar y carecen del lenguaje visual al que nos tienen acostumbrados los perros. Sin embargo, los dingos hacen más contacto visual con los humanos que los lobos (estudio), y también pueden seguir las señales sociales de los humanos mejor que los lobos, lo que sumaría fuerza a la idea de que los dingos comparten con los perros una historia previa de domesticación por parte de los humanos (estudio).

Carbohidratos, amilasa y contacto con el hombre.

La amilasa es la enzima encargada de procesar el almidón y hacerlo digerible. Los animales ultracarnívoros que viven de proteínas y grasas no necesitan apenas amilasa, solo la necesaria para digerir un puñado de bayas en verano y el glucógeno almacenado en el hígado de sus presas. Sin embargo, los perros han estado viviendo durante miles de años con los humanos, por lo que cabría esperar que hubieran incluído un poco de más carbohidrato en su dieta, sobre todo aquellas especies que hayan convivido más tiempo con poblaciones agrícolas.

Un reciente estudio mostró efectivamente que los perros domésticos tienen más copias del gen de la amilasa (desde 3 a 32 copias más) (estudio) que los dingos o los lobos, que solo tienen 2 (estudio).

Hay variabilidad entre razas de perros. El husky siberiano tiene solo 3 copias del gen de la amilasa, probablemente porque gran parte de su evolución ocurrió junto a poblaciones humanas de cazadores-recolectores y, además, en latitudes altas, alejadas del ecuador, donde la vegetación escasea. Razas como el Akita, el Shiba Inu de Japón y el Malamute de Alaska, que evolucionaron con ricas dietas ricas en marisco y bajas en almidón, también tienen pocas copias de este gen, mientras que razas como el Shar Pei y el pekinés, que evolucionaron con dietas más ricas en almidón tienen mayor cantidad de copias (estudio).

Husky siberiano

El patrón parece claro: a más cantidad de almidón durante su evolución, más copias del gen de la amilasa. Y esto no es exclusivo de los cánidos, ocurre en todos los animales (estudio), incluídos los humanos. Las poblaciones humanas que históricamente consumieron más almidón tienen más copias del gen de la amilasa (estudio).

Así pues, los perros, sobre todo algunas razas, tienen mayor tolerancia a los carbohidratos que lobos y dingos, pero aun así, seguiríamos hablando de niveles muy bajos de carbohidrato, y rara vez supondría más de un 6% de la dieta.

¿Qué come un perro si lo dejas solo en la naturaleza?

A pesar de estas pequeñas diferencias, el perro sigue estando muy cercano al dingo. La evidencia científica más reciente indica que el perro y el dingo NO son especies separadas (estudio, estudio, estudio). Por eso un híbrido de dingo y perro es tan fértil. Los animales no emparentados no pueden producir descendencia fértil.

Cuando los perros domésticos europeos empezaron a llegar a Australia durante el siglo XVIII (estudio), muchos empezaron a vivir de forma salvaje y a reproducirse con los dingos. En la actualidad los híbridos de dingo y perro superan en número al dingo puro.

En 2001 se realizó uno de los mayores y más útiles estudios hechos hasta la fecha sobre nutrición de cánidos. Durante 30 años, Fleming y colegas recopilaron 13.000 muestras de estómago de híbridos de dingo y perro y de perros domésticos que vivían salvajes, procedentes de las seis regiones climáticas diferentes de Australia.

Se encontró que la carne y las vísceras suponían el 97% de la dieta. Un 72% estaba constituído por mamíferos, principalmente conejos y canguros, y un 25% por aves, insectos, peces, ranas, cangrejos y reptiles.

Al igual que en la dieta de los lobos grises, la materia vegetal solo representó el 3% del total. Esta provenía principalmente de las semillas que se encontraban en el estómago de los pájaros pequeños. El dingo, como el lobo gris, tampoco ingiere habitualmente el contenido del estómago de las presas, salvo cuando son tan pequeñas que lo traga involuntariamente.

Finalmente, los autores del estudio clasificaron a este grupo de perros salvajes australianos (formados principalmente por perros domésticos salvajes e híbridos de dingo y perro) como carnívoros especializados.

Resumen y conclusiones finales.

Las similitudes entre el perro y el lobo son muy evidentes, pero sobretodo lo son entre el perro y el dingo. Los tres comparten un largo pasado evolutivo claramente carnívoro.

El perro, por acompañar al hombre desde hace 30.000 años, ha desarrollado mayor tolerancia a los vegetales, y efectivamente los estudios muestran que, comparado con el lobo y el dingo, tiene más copias del gen de la amilasa, la enzima necesaria para digerir el almidón, sobre todo en aquellas razas que históricamente consumieron más carbohidrato. Sin embargo, sigue siendo muy bajo el porcentaje de carbohidrato que formaría parte de su dieta natural, probablemente sobre un 3-6%, y este provendría sobre todo de frutas o verduras, y no de cereales o legumbres.

Tanto los ingredientes como las proporciones de macronutrientes de la alimentación natural de los perros, distan mucho de los de los habituales piensos ultraprocesados con que suelen alimentarse.

Todo apunta a que el perro es un carnívoro facultativo. Esto significa que, aunque es principalmente carnívoro, puede beneficiarse ocasionalmente de alimentos vegetales.

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